lunes, 2 de junio de 2008

La primera vez

La primera vez que lo hice no debía tener más de 14 años. Recuerdo que fue una tarde de otoño y en su despacho. No se ni como llegué a él, tan sólo se que hablamos una sola vez por teléfono y quedamos en vernos a la semana siguiente. Debía rondar los cuarenta, pero tenía una voz....

Me comentó que sólo podiamos vernos en su trabajo, pero que no había ningún problema: -cuando llegues, pregunta por mi a mi secretaria - yo saldré enseguida y nadie nos molestará.

Llegué nerviosa, tan nerviosa que cuando la secretaria me preguntó con quién había quedado casi no supe ni balbucear su nombre. A los pocos minutos apareció él. Tal como lo había imaginado, estatura media, cuerpo esbelto, mirada profunda y un cierto aire bohemio que me encantaba. Y su voz. Una voz aterciopelada, grave, que lo envolvía todo.

Me hizo pasar a su despacho, cerro la puerta y bajo la persiana de cortinillas que permanecía abierta en uno de los laterales del habitáculo. Empezó a hablarme de cosas banales, de los estudios, la familia, de si tenía novio, supongo que para tranquilizarme. Yo seguía nerviosa mezclando la lógica excitación de la primera vez, con un cierto miedo a lo desconocido.

Fue muy delicado y me hablaba con dulzura. Me dijo que me desnudara y cuando lo hice se acercó a mi y empezé a recorrer mis pechos con manos expertas. Tenía unas manos tan suaves y lo hacía tan bien, que veía como mis pezones empezaban a endurecerse de manera llamativa. Él también se dio cuenta y percibí una leve sonrisa que me hizo enrojecer más, si cabe.



No es que estuviese cohibida, pero si que tenía cierto reparo. Hasta ese momento no había estado desnuda frente a un hombre; tan sólo fugaces escarceos con adolescentes de manos inexpertas. Me hizo tumbar y con destreza me quitó las braguitas y empezó a tocarme el sexo. Yo intentaba ahogar mis gemidos, pero creo que no siempre lo logré y él lo notaba. Vaya si lo notaba.

Tuve mi mejor orgasmo medio cubierta con una almohada para evitar que la gente que estaba trabajando en el despacho, entrase corriendo a ver qué pasaba. Siempre recordaré esta primera vez.

Al despedirse, me dio dos besos, que yo noté tiernos, al tiempo que me decía: -Carolina, la próxima visita ginecológica deberías progamarla para dentro de un año aproximadamente; habla con mi secretaria.-

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