martes, 10 de junio de 2008

La crítica

La extraña relación que mantenía Esther con sus padres, no era por la lógica alteración hormonal fruto de la edad, sino debido a un carácter peculiar caracterizado por un afán de polemizar por todo. Afán llevado hasta el límite.

No había ni se hacía nada a gusto de la niña. Todo lo criticaba, la comida, la ropa, los muebles, la escapada de fin de semana de sus padres, los adornos de navidad, el lavajillas (pero que te ha hecho el pobre lavavajillas, niña !!!), el gato, el color del parquet…Nada escapaba a su voraz apetito crítico.

En el Instituto era conocida como The Critic y pocos la aguantaban. Tan sólo Juan. Juan era el típico apestado al que nadie aceptaba. No es que fuera especialmente desagradable, pero era gris gris, el tio. Era un tanto asocial, le costaba relacionarse con la gente y más si la gente no se abría un poco a él. Juan y The Critic formaban una pareja de hecho aunque de hecho no se soportasen. Bueno, al menos ella no lo soportaba.

La tarde en que Juan decidió dar un paso adelante en su relación con The Critic, se puso su mejor camisa de franela y calcetines blancos, por supuesto. No sabía muy bien como afrontar la situación, pero, raro en él, estaba decidido a echar el resto.

Al salir de clase, Juan le propuso ir a tomar algo.

- A tomar algo?, para que quieres ir a tomar algo?
- No se, una cervecita y así charlamos un poco
- He aburrido la cerveza y no creo que tu y yo tengamos mucho de que hablar – sentenció The Critic

Pese a todo y posiblemente motivada por el tono monótono, insistente y clorofórmico de Juan, The Critic acabó por aceptar.

Con un cerveza, él, y con un café, ella, empezaron un diálogo casi monosilábico. Al cabo de un rato y viendo que aquello no avanzaba por ningún lado, Juan se lanzó.

- Esther (él siempre la llamaba por su nombre), he pensado que podriamos ir a mi casa. Mis padres están de viaje, mi hermano seguro que no aparece por casa y podemos estar una rato tranquilos.
- A tu casa? Y que vamos a hacer en tu casa? Sí odio la música que tienes…
- Bueno, pero podemos estar tranquilitos, y conocernos un poco más
- Más?..no estoy segura de que sea una buena opción conocerte más…

Pero Juan el Clorofórmico, volvió a triunfar. Y se fueron a su casa. Nada más llegar, le propuso ir a su habitación a escuchar música nueva que se había bajado y que estaba seguro que gustaría a Esther. Ella estaba segura de lo contrario, pero a esas horas ya estaba en estado semicatatónico por el discurso soporífero de Juan y no podóa discutirle nada más.

- Y esta es la música que se supone que debe gustarme? Vaya bodrio…
- Bueno, pues mira en mi ordenador, tengo miles de temas y seguro que encontrarás algo que te guste – respondió él

A desgana, ella se sentó en el ordenador y empezó a buscar a la vez que iba adjetivando lo que veía: basura, zafio, aburrido, para nenazas, anacrónico, que horror de música….
Juan el Clorofórmico se acercó por atrás y mientras le susurraba al oido -Va tonta que seguro que alguna te gusta – le empezó a masajear los pechos.

Ella no modificó en absoluto su posición ni su conducta. Hierática e imperturbable, seguía lanzando epítetos dirigidos a la música de Juan. Éste empezó a deslizar sus manos por debajo de la camiseta gótica de The Critic al tiempo que le comía de manera chapucera la oreja.

Al cabo de unos minutos cuando se percató que Esther tenía los pezones como clavos, las bragas húmedas y los adjetivos musicales a punto de agotarse, la levantó y se la llevó a la cama. La desnudó mientras ella seguía quejándose, del color de las paredes, del tacto de las sábanas, de lo poco mullida que era la almohada. Pero no se quejó de él.

Hicieron el amor un par de veces. Ella mascullando y el cloroformizando.

Al llegar a casa The Critic se cruzó en la cocina con su madre.

- Mamá estás muy guapa hoy. Qué hay para cenar? Uhmmm, verdura y pescado, que bien…tengo un hambre ……

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mentira. El tópico de las mal folladas-antipáticas es falso, a mi me follan de maravilla y mira qué carácter tengo.

Besos

Anónimo dijo...

No hay nada que yo me tome a la tremenda.
Sólo escribo.