jueves, 3 de julio de 2008

El miembro

Cuando lo recogieron no daban un duro por el. Tenía múltiples lesiones que, sin ser mortales de necesidad, conformaban un cuadro verdaderamente crítico. La peor de ellas era la amputación total de la mano derecha. Era imposible recuperar la mano dañada debido a las diversas laceraciones que padecía, por lo que al llegar al hospital, desestimaron por completo la posibilidad de reimplantar el miembro herido.

Francisco permaneció durante casi un mes internado en el hospital recuperándose de las heridas sufridas. Una mañana los médicos le propusieron el intento de implante de una mano de un paciente que había fallecido pocas horas antes. Le comentaron que el éxito de la operación era escaso, que en el 90% de casos se producía un rechazo del órgano implantado, pero que quizás valía la pena intentarlo. Francisco no lo dudó y dio el visto bueno a la operación.

Al poco tiempo de salir del hospital, se percató que tenía una cierta tendencia, antes no observada, a rascarse los huevos. Cada dos por tres sentía una necesidad imperiosa de alargar la mano y restregarse los cojones. Al principio podía controlar mínimamente sus impulsos, pero se dio cuenta que cada vez le costaba más refrenar el ansiado fregoteo.

Evidentemente, cuando el ardor incontrolado se desfrenó, las situaciones embarazosas se multiplicaron.

- Hola buenos días, venía para lo del trabajo de carnicero
- Ah, si, Francisco, no?
- Si señor. Quiere ver mi curriculum?
- Si, por favor, déjelo aquí encima en cuanto acabe de rascarse los huevos, capullo...

- Buenas tardes, los papeles y salga del coche
- Buenas tardes agente, que he hecho?
- Antes saltarse un stop y ahora provocarme tocandose las pelotas

- Mira mamá te presento a Francisco, el chico del que tanto te he hablado
- Mucho gusto señora. Es un placer.
- Se refiere a conocerme o al alivio tras el rascado?

Francisco ya no sabía que hacer. Las situaciones comprometidas se reproducían cual conejos. Como estaba convencido que la mano implantada tenía vida propia, al menos en cuanto al roce cojonil, decidió acudir al equipo médico responsable del implante, pero no supieron encontrar explicación al problema.

- Si quiere se la cortamos de nuevo?
- No me jodan, que la mano me esta tocando los huevos pero también me sirve para otras cosas

Pensó que lo único que le podía salvar era averiguar quien fue el antiguo propietario de su actual mano derecha y ver si existía algún modo de solucionar el problema. Volvió al hospital pero le comentaron que el nombre de los donantes debía permanecer totalmente en el anonimato, pero finalmente convenció a una enfermera desviada que se excitaba viendo como los hombres se tocaban los cojones, y consiguió acceder a la información deseada.

Con el nombre del susodicho en mano, llegó satisfecho a casa. Encendió el portátil. Abrió la página de google. Tecleo el nombre del fallecido. José Antonio Torrecilla Lamientos. Cuando aparecieron los primeros resultados, una sonrisa apareció en su cara.

José Antonio Torrecilla Lamientos
Director General de Playas y Costas de la Comunidad de Castilla-La Mancha




3 comentarios:

Ana Sánchez dijo...

Me ha gustado mucho. Pero esto es cada vez menos porno, macizo.... Bueno, también tienes derecho a cambiar, claro. ¿Dónde te metes? ¿Vacances? Bueno, besos mil.

tangas usadas dijo...

www.usadastangas.blogspot.com visitar mi blog tangas y bragas usadas besosss carla

Oigres Led Séver dijo...

Cojonudo relato, Saluditos